Jamás un maestro tuvo un mote más fácil y se libró de él. Nadie
osamos utilizarlo porque no nos salía y porque de hacerlo, otros ojos nos destruirían.
Por más pronto que llegáramos, él ya estaba allí esperándonos,
y si era invierno ya con la estufa de leña en marcha para la que todos aportábamos
nuestros leños.
Cuando ya estábamos todos sentados y él ponía la fecha en el
encerado, siempre empezaba la clase con alguno de nosotros diciéndole que por
favor volviera a contarnos como el cocodrilo le arrebató la pierna.
Él ya tenía preparada la clase aunque nosotros no teníamos idea
de ello. Nos engatusaba sin que nos diéramos cuenta. Nos embobaba con su
historia plagada de conocimiento.
Siempre empezaba igual, pero nos llevaba sin que nos diéramos
cuenta hacia su terreno.
Si quería darnos matemáticas podía jugar con los dientes del
animal. Cuantos tenía y cuantos serían
si hubiera tenido la mitad o el doble, o si hubiera perdido dos.
Si la clase iba de geografía nos ponía el mapamundi y nos
hacía jugar a ver donde encontraríamos cocodrilos o caimanes, y donde no.
Para naturales era un genio, nos llevaba desde los
vertebrados a los invertebrados sin que la pasión que imprimía nos hiciera
perder la atención.
Con la historia nos embelesaba partiendo de los enormes reptiles
que poblaron la tierra antes de su encuentro con uno de sus descendientes. Y de
ahí conseguía llegar a donde tenía previsto, fueran los godos o los reyes católicos.
Las clases de lengua eran apasionantes Nos dictaba la misma
historia con matices diferentes dependiendo de lo que buscaba.
Para literatura se abocaba a los clásicos mostrándonos donde
estaban las verdaderas dentelladas del Lazarillo de Tormes o de la Celestina
sin que pudieran llamarle al orden.
Sí, también tenía que dar Religión. Ahora sé que ese sí que
fue un verdadero problema. Y que se acogía al viejo testamento todo lo que
podía como si no fueran más que historias donde el reptil aparecía de repente y
sin previo aviso. Un buen coletazo podía echar abajo la torre de Babel o las
murallas de Jericó.
Fue mucho más tarde cuando supimos que, don Gervasio, perdió
la pierna purgando su condena mientras trabajaba construyendo el Valle de los caídos,
y comprendimos las diferentes formas desde donde puede venir la mutilación. Y cual
es el contraataque.