domingo, 8 de marzo de 2020

Versión libre


Cuando los expulsó del Paraíso, por una menudencia, Adán comenzó a caminar. Ella quedó callada y pensativa un rato hasta que fue corriendo hacia él para que volviera y se enfrentaran al injusto veredicto, pero él no tuvo valor.
Regresó sola y, tras quitarse la hoja de parra que cubría su pubis, le espeto contundente: Aquí me tienes, desnuda y sin vergüenza. Mírame bien y lanza tu rayo si lo consideras, pero mañana te arrepentirás y seguro que vuelves a crearme. Y ya puestos, no lo hagas de la costilla de ese que va colina abajo.

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