Girar como una peonza,
parar y mirar
como ciego de instinto.
Errado y errante
de nuevo, nuevamente.
Y repetir
cansado, cansinamente.
Con lágrimas de otoño
disparadas en la espalda
a la velocidad correcta.
Herir pero no matar
para continuar
jugando
conmigo
sin lástima
Hasta que me estanque,
y me deje arrugar
por la humedad
de su respiración.
Y poco a poco
me diluya,
para siempre,
maldiciendo su risa
y mi búsqueda.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario